Grupos

Alaska y los Pegamoides

¿Pijo o macarra?, ¿moderno o punk?. En esta década prodigiosa los compañeros del instituto estaban divididos en dos grupos. 
Unos, los pijos, veneraban a Snoopy, se morían por los polos de Privata y cuidaban de sus Levi´s más que de su hermano pequeño. No salían de casa sin los náuticos, la cartera de Mistral y el llavero de
Amarras. Ah, y se sabían de memoria todas las canciones de Hombres G. La cazadora vaquera era la prenda comodín y también el jersey de ochos que, a veces, se llevaba en los hombros y no se podía vivir sin gomina. 

Otros, en cambio, más rompedores, tenían que 'buscarse la vida'. "Pedíamos cosas a cualquiera que fuera a Londres, porque entonces no había venta on-line", recuerda Sol de la Fuente. "Nos hacíamos muchos apaños, como bajarnos las faldas más abajo de la cadera - aún a riesgo de que se nos cayeran- para que parecieran más largas; cosíamos mucho, nos cortábamos mangas, nos añadíamos tela de mala manera y pedíamos mucha ropa a tías y abuelas, cosas que ellas habían usado en sus lutos y a nosotras nos parecían el colmo de lo gótico, como chales, mantillas, rebequitas negras. En aquella época yo entraba a las tiendas pidiendo una falda negra, o un jersey negro, y me decían que no había, que sólo azul marino ( si te has fijado, yo no visto de azul marino jamás, ¡lo odio!), y el morado no existía! Yo llegué a preguntar el precio de un hábito morado, de esos de beatas, en una tienda de esas de objetos religiosos de la plaza mayor. Y nunca salía de casa sin una base blanca, lápiz negro y el bote de laca (a veces un spray de agua con azúcar, porque no teníamos para comprar laca) y yo, y algunos más, una camiseta blanca y el desmaquillador, para el cambio de vestuario antes de entrar en casa cuando aún teníamos hora para llegar..."
Radio Futura